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sábado, 4 de diciembre de 2010

Las tres Reinas Magas

(Una historia modernizada de búsqueda espiritual)


Érase una vez tres sabias/os que venían de muy Lejos.

Por casualidad, o porque la Pachamama lo propició, se encontraron un buen día tomándose un café ...o ...recurriendo a las TICs se narraron historias.

Melchora era la mayor. Se definía como un ama de casa buscadora. Pasaba de los cincuenta (no mucho, decía ella). Un buen día se hartó de cocinar las mismas salsas, con los mismos condimentos, en la misma cocina. Se sintió como un águila a punto de renovarse, y supo que había llegado el momento de cambiar sus plumas, de arrancarse el pico, de nacer de nuevo. Y así fue como cerró la puerta de su casa (por fuera, la cerró) dejándolo todo pulcramente ordenado, como solía... Y se dispuso a caminar. Iba ligera de equipaje. En el corazón de la memoria se llevaba algo que valía más que el oro: todos los encuentros y desencuentros de su vida, tejida de alegrías y tristezas, de luces y de sombras. Dolería dejar atrás el viejo plumaje, ¡tantos roles construidos con esfuerzo! ¡tantos trabajos! ¡tantos aciertos y errores! Dolería (muchísimo) soltar el pico antiguo, las viejas estructuras y formas de mirar. Dolería. Pero era hora de seguir la luz, la estrella aquella avistada como certeza en sus entrañas. Era hora de regalar su ORO: “Estoy viva. Soy”. Y , sin más, se echó a caminar.

Gaspara era un poco más joven. Pero aun así, se echaba siempre un baño de color porque ya apuntaban algunas canas. Era una investigadora profesional...Un tanto hippy y un bastante bohemia. Toda su vida había estado haciendo intentos de libertad. Libertad en su familia, con sus amigos e incluso libertad académica. Eran sólo intentos, es verdad. En todas partes había consejos sobre lo que hay que hacer, sobre lo que hay que comer, incluso sobre lo que cabe esperar. Estaba cansada de luchar siempre contra las opiniones establecidas, contra lo políticamente correcto... cayendo ella muchas veces en los mismos tópicos, a pesar de sus deseos. Gaspara que era una profesional como la copa de un pino, se cansó de empuñar banderas y de seguir ideologías, de repetir esquemas que en el fondo, no eran los suyos. Así que un buen día se decidió a soltar amarras . Todo porque vio la luz. Fue un día en que leía tranquilamente una novela “Nubosidad variable” de Carmen Martin Gaite...Cayó en la cuenta de la gran verdad que contiene la afirmación de que nos pasamos la segunda mitad de la vida intentando arreglar lo que hicimos mal en la primera.... Y decidió dejar de quejarse y caminar tranquila, sin tanta atadura intelectual... buscando a quien regalar su perfume. El suyo propio. Así que agarró su mochila, la llenó de un perfumado INCIENSO de su cosecha... y caminó.

Si Melchora era una encantadora ama de casa, madre feliz de hijos y Gaspara una rompedora de esquemas... Baltasara podíamos decir que era mística y poeta. Una trovadora en búsqueda de instantes de vida eterna -Sí, porque ella intuía que la vida eterna existe aquí y ahora. En este preciso momento. Recordarla en el ayer o buscarla en el mañana es sólo una pérdida de tiempo- Había caminado por diferentes Vías de espiritualidad: Una vía, otra, otra...y un buen día se encontró con un camino desconocido y sin estrenar: el suyo propio. Cayó en la cuenta de que lo único que no había explorado era su propia vida. Era la hora. Tenía otras herramientas que antaño, aquellas legadas por los grandes Maestros, que estaban a disposición del que quisiera utilizarlas. Oyó de lejos una campana y sintió que algo la llamaba. Tal vez ese toque era para ella: ¡Despierta!. Se asomó a la ventana. La noche estaba en calma y entre las nubes apareció una luz. Era su estrella. No sabía adónde la llevaría el camino nuevo, pero eso no era importante. Así que tomó un hatillo, metió su cuenco tibetano, Un bote de MIRRA, que usaba a veces para fabricar ungüentos medicinales (ella a menudo se percibía como una sanadora herida) y caminó...

Y como dije al principio, se encontraron en un cruce de caminos, en una parada para saborear un buen café o a través de un chat ¡qué importa eso!. Tres historias diferentes, tres narraciones que no tenían nada que ver. Sólo las unía ese rato de camino común. Aun hablando distintos idiomas, arraigadas en diferentes tradiciones y teniendo distintos proyectos. A veces ocurre en la vida. Así que charlando amigablemente, entre bromas y veras, continuaron caminando y compartiendo retales de historia. En común, un deseo: el de descubrir nuevas formas de mirar. Nuevas formas de vivir desde los propios adentros. Nuevas formas de estar en los afueras, creando comunión.

Tal vez ocurra esto con todas las reinas magas de todos los puntos del planeta, cuando deciden que ya bastó, ¡que hasta aquí! de hacerse la propia vida imposible.. perdidas en una maraña de condicionamientos internos y externos. (“Jartas” ya de oír hablar de crisis)

Peregrinaron sin pensar en romper nada, pero en la alegría de sentirse de nuevo principiantes. Paso tras paso, subieron montañas, atravesaron ríos, se deleitaron en nuevos paisajes...

¿El final de la historia? No hay final. O Tiene varios...Tal vez lo obvio sería –estamos cerca de la Navidad- decir que la estrella se detuvo, y las magas también. Que encontraron un pesebre, que entraron y allí envuelto en pañales había un Niño, que le entregaron lo que llevaban en las alforjas, a saber: el oro, lo-mas-valioso-de la vida; el incienso del-mejor-perfume-propio y la mirra, un ungüento-sanador-para-el-camino. Y que después de este encuentro, llegaron a su meta y colorincoloradoestecuentoseacabó. PERO NO. Este no es el final de mi cuento.

Bien, retomo lo del niño para un segundo final. Podría ser que sí, que un niño fuese lo que tenían que hallar. Supondría agacharse para ver desde abajo y tener otra mirada. Descubrir lo grande en lo pequeño, la fuerza en lo más frágil, lo rico en lo más pobre. La vida en paradojas. Eso pudiera ser, pero tampoco me convence del todo...

Y es que el camino “metafísico-espiritual” es un camino al interior, al manantial interno de cada uno (no para quedarse ahí, sino para salir después) algo de eso hay en el tercer final: Poco a poco, en sus vidas, las reinas magas vislumbraron “su niño” es verdad: se encontraron “con” y pudieron palpar en muchas ocasiones el propio interior habitado de sentido, la bondad esencial o el aliento sagrado, o el sentido profundo...el alma o el ser en unidad con el cosmos, o tal vez el amor (cada uno ponga aquí lo que se le antoje, dependiendo en qué tradición tenga o no los pies) El niño- arquetipo de anhelos profundos, el yo desprovisto de prejuicios y estructuras, de “ego” que dirían todos los maestros espirituales hoy. Y aquí sí que termino con el título de una obra de Willigis Jager, que es la frase donde empieza todo camino espiritual: “¿A DÓNDE NOS LLEVA NUESTRO ANHELO?”

miércoles, 29 de septiembre de 2010

 Peregrinar es salir. Salir al encuentro de lo desconocido


Dejar a un lado lo que te traes entre manos

diciendo adiós a las tierras conocidas.

Peregrinar es cargar la mochila a la espalda.

Llevar las cargas al hombro con el garbo que se pueda.

Caminar con lo puesto y poco más. Evitando lo superfluo y lo inútil.

Peregrinar es asombrarse

asombrarse cada día de la belleza y de la novedad

Llenarse los ojos de la serenidad del verde,

los pequeños pueblos, el rumor del agua y el románico




 Peregrinar es ir siempre más allá. Un paso cada vez

y muchos de ellos con esfuerzo.

Algunas veces pasos en la oscuridad, con necesidad de luz.

En ocasiones bruma y lluvia, en otras sol y calor.

Y cada pequeño tramo nos conduce al siguiente.

Siempre algo nuevo. Siempre dejándonos fluir.


Peregrinar es prepararse cada mañana

con cuidado para el día.


Peregrinar es gozo y es esfuerzo.

Cada jornada poner de tu parte para iniciar el camino,

sabiendo que la etapa será larga,

que habrá cuestas y se atravesarán obstáculos,

que habrá que vencer los cambios de clima y de circunstancias.




Peregrinar es saber permanecer a pesar del dolor.


A pesar del cansancio y las ampollas.

No rendirse en los momentos de flaqueza.

No ceder a la tentación de buscar lo fácil.

Peregrinar es saber permanecer en el camino.


Peregrinar es recibir y entregar

Llegar cada día a un espacio distinto y acogerlo.

Aprender a soltar el lugar de ayer

para continuar hacia un hito nuevo.

Con nuevos paisajes y nuevos encuentros.

Es acoger y soltar.



Peregrinar es aprender a caminar con el otro

complementando los ritmos.

En ocasiones tirar, en ocasiones saber pedir ayuda.

Es aprender a comunicarse desde los pequeños gestos.


Peregrinar es encontrarse con otros a veces muy diferentes.

Que inician el camino por diversos motivos.

Admitir que cada persona tiene sus búsquedas propias

Acoger la diferencia como riqueza y complemento




Peregrinar es llegar. Llegar a la meta fijada, estando pronta para continuar


en otras etapas y otros caminos

Peregrinar es llegar con la emoción a flor de piel,
entre risas y lágrimas.

Es llegar y contemplar

y hacer silencio

Agradecer la vida de cada día

Como un don

jueves, 3 de junio de 2010

                              PINTAR UN CUADRO CON LA PROPIA VIDA


Un cuadro en blanco, un lienzo que se va transformando en obra de arte.
Un color, otro, otro.

Alguien que pasa: estaría mejor con más luz. Otro que te aconseja: no, mucho más real si metes tonos oscuros.
 En última instancia tú eliges.
Color tras color aparece algo:
La luz del sol, una sombra, un brillo, una ola. Allá al fondo, medio se adivina el Teide, aquí en primer plano tal vez una figura de espalda. Una puesta de sol en las Canteras, reinventada, re-creada. Vista de nuevo a través de tus adentros.

Y el blanco aquél se transformó en colores, en formas, en tonalidades. A partir de una imagen, nace una creación. Una nueva creación.
 En semejanza con la vida-

La vida como una obra de arte.
Vivir la vida como obra de arte...
Poniendo colores, de cada vez. Integrando gozos y dolores. Claros y oscuros. Alguien que pasa y tal vez te corrige: mejor así.
Alguien que pasa y tal vez te indica lo contrario. En el fondo tú eliges el color. Eliges incluir o no los dolores y entretejerlos de gozos.
Eliges cómo mirar.

Vivir la vida como una nueva creación.
Difícil a veces admitir las sombras. Tal vez junto al color fucsia, aparezcan contrastes demasiado fuertes, excesivamente cargados.
Por ejemplo hoy, noticias de alguien querido en alguna cama de hospital, allá en el horizonte lejano.

Integrar luces y sombras a veces es desgarrador.
Pero también se puede hacer una inclinación, juntas las manos ante  la vida que está siendo recibida y entregada en plenitud. Integrar las sombras con los claros, vida y muerte entretejidas. Inseparable la sonrisa de la lágrima. El amor del dolor

Incluir los propios dolores y fracasos en la luz, entrelazando, matizando, suavizando... Como quien pinta un cuadro o compone una sinfonía.
No son colores o notas aislados, ni una suma de tonos. Tienen espíritu.
Como Espíritu tiene la vida, siempre preñada de colores y sentidos.
Toña

lunes, 22 de marzo de 2010

SABER DE SABOREAR

No está mal. No está nada mal aprender cosas nuevas
Ni bucear en los libros, antiguos o recientes, ensayos o novelas.
No está mal, nada mal, aprender a pensar
Tener sentido crítico y decidir.
Nunca está mal adquirir conocimienos o saberes.
Siempre que... no se nos quede el alma prendida a los conceptos
Porque puede ser -desgraciadamente lo es muchas veces-
que nos quedemos atados a lo externo.
La rosa
La física y la química de la rosa.
El ADN de la rosa.
El análisis del aroma de la rosa.
Está bien saber.
Pero infinitamente mejor es saborear.
Saber de saborear.
El aroma no se encierra en un concepto ¡y menos mal!.
Ni el amor.
La sonrisa no es idéntica a la boca.
Ni la caricia se queda en la anatomía de la mano
Y el beso sobrepasa y "sobreabunda" más allá del movimiento de unos labios.
Saber de saborear.
Por encima del concepto, por encima del pensamiento,
están el milagro y la aventura de poder decirle a alguien "TU"
a alguien conocido que siempre, en el fondo es misterio inaprehensible.
Misterio que se va desvelando, sin hacerlo del todo.
Saber de saborear.
Sin conceptos.
En silencio. 

Toña

domingo, 7 de marzo de 2010

CADA DIA UN AMANECER

Para alguien, un amanecer podría definirse como un fenómeno físico: la tierra da vueltas alrededor del sol y en algún momento nos toca desde nuestra situación concreta verlo aparecer por el horizonte.
Pero vamos entreverados de símbolicos y el amanecer se nos antoja  mucho más. Es la aparición de la luz rompiendo oscuridades que parecían infranqueables; es huida de las sombras; es, de repente poder ver con claridad.
El amanecer no es sólo un dato ástronómico; de la misma manera que yo no soy un dato anatómico.
Soy cuerpo, pero soy más
Soy también un baile de emociones: alegría, tristeza, serenidad o ira...
Y aun soy más. Soy asombro por la vida que se me regala a raudales, soy busqueda de relación profunda, soy sonrisa y soy pregunta. Soy peregrina en busca de un origen, soy anhelo y apertura. Soy vida, que es más que cuerpo o emoción -pero que nadie sabe definir bien- Simplemente soy, y en ese SER está lo más nuclear de mi existencia. Puede ser que mi  SER  se centre en el silencio o en el ruido, en la ética o la estética, en los otros o en algun Otro mayor.
Pero soy más. La búsqueda de sentidos para la vida, el anhelo interno de algo más y algo mejor. Todo eso que forma parte de la condición humana y lleva nombre de Espiritualidad.
Y todo esto salió por el amanecer...  Y es que se puede amanecer. Desde todas las situaciones se puede amanecer. Por eso les deseo que amanezcan frecuentemente. COMO EL SOL