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viernes, 21 de diciembre de 2012


“El pueblo que caminaba en tinieblas, vio una luz grande. Habitaban tierra de sombras y una luz les brilló. Acreciste la alegría. Aumentaste el gozo: Se gozan en tu presencia… Porque la vara del opresor y el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste…Porque un niño nos ha nacido, Un hijo se nos ha dado…” Isaías


Suena cercano y extraño a la vez.
Cercano por aquello de las tinieblas y las sombras, que hay muchas. Y entre tinieblas y sombras podemos colocar muchas de nuestras realidades de hoy. No sólo las políticas –que también- sino las múltiples situaciones personales que se viven en la penumbra esto es, casi sin luz. Sin saber ver ni llegar a lo profundo.
En tinieblas que implican separación, o lucha de egos o desamor o faltas de comunión o puños cerrados en poseer o separar o comparar o criticar. En sombras de las que a veces no es fácil salir.
Me puedo imaginar bien un gentío caminando en tinieblas, agarrándose a “lo suyo” que un día perderán, centrado cada uno en su propia preocupación, en soledad o juntos- solos que es peor. Como en Babel hablando distintos idiomas, esto es, sin comprenderse. Un pueblo un tanto derrotado e impotente, sometido a distintos poderes externos. Me lo imagino como captando en fotografía mil situaciones de la actualidad mundial: la de aquí, más cerca. Pero también las otras de más lejos, Esas que nos resultan tan lejanas que vemos casi sin alterarnos en cada telediario. O estas de mí misma, de cualquiera que va en-sí-mismado. Situaciones que cada uno sabrá cuáles son (y eso si es suficiente consciente para descubrirlas y aceptarlas)
Después de la descripción de las circunstancias oscuras captadas en imagen, de todas las situaciones sombrías plasmadas en un dibujo en blanco y negro… de repente aparece un niño.
En medio de la oscuridad, un niño
La luz y la vida, hechas niño.
Significado cristiano de divinidad y humanidad unidas; pero también significado humano de un anhelo que expresa la bondad esencial encerrada y escondida bajo múltiples capas.  
Anhelo interno de algo-mejor o de otro-mundo-si-que-era-posible. Ese anhelo al que Jesús llamaba Reino y en otras tradiciones llaman por otros nombres. Ese anhelo que los pintores expresan en sus cuadros o los músicos en sus arpegios.
Navidad es hoy la expresión de un anhelo. Es acoger a Dios en cada uno. Hacer silencio y encontrarse con el amor naciendo en la fragilidad de la carne…  El amor capaz de poner luz en cada una de nuestras sombras.
                                                   FELIZ NAVIDAD

domingo, 16 de diciembre de 2012

DOMINGO DE ALEGRIA (3ER D ADVIENTO)



“Alégrate y gózate de todo corazón… Han cancelado tu condena. Ya no hay enemigos
…no temas…que no desfallezcan tus manos…Él está en medio de ti, Se goza y se complace en ti. Te ama y se alegra con tu júbilo” (Sofonías)
“Estad siempre alegres” (Pablo)
“Y ¿Qué hacemos nosotros? El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene. El que tenga comida que haga lo mismo” (Evangelio de Lucas)
El pueblo no estaba en su mejor momento cuando Sofonías escribió estas palabras.
 Los profetas denunciaban las situaciones en las que vivía la gente, pero también anunciaban esperanzas.
Nos gustaría poder oír hoy algún mensaje esperanzador.  Escuchar que nos han condonado deudas y ya no tenemos problemas de hipoteca, que la justicia se ha vuelto de verdad justa (y Gallardón no se empeña en cobrárnosla por adelantado)   que ya no hemos de temer o desfallecer  continuamente, esperando el próximo ERE...
También es bueno de vez en cuando escuchar  que alguien se goza y se complace en nosotros, nos ama y se alegra con nuestra alegría. Y creer que es verdad.
 ¿Sólo pura utopía?  
Sofonías nos dice que a pesar de las situaciones duras y de dolor que nos vienen de fuera, lo más importante, el único esencial: Dios, está en nosotros, en medio de nosotros, aunque nos resulte tan difícil reconocer que aun entre sombras, el Amor habita nuestro corazón.
Nos da pistas el evangelio para ampliar las zonas de luz y las áreas verdes: Compartir.
Si tienes dos abrigos comparte uno de ellos. Si tienes comida de sobra, compártela con otros.
Compartir es la palabra “mágica” para inaugurar huertos ecológicos en nuestra propia vida.
Si hay puertas que se cierran ¡abre otras!








viernes, 7 de diciembre de 2012

¿Podría existir otro camino?





¿Podría existir otro camino?
No me refiero sólo a esos intrincados caminos político-económicos a los que  tenemos apenas acceso, sino al camino personal que vamos peregrinando paso a paso.
¿Es posible otro camino? ¿Es posible otra forma de vida? En nuestra historia pequeña vamos prendidos por múltiples hilos invisibles a prejuicios y  condicionamientos. Unos nos vienen impuestos desde fuera  y a otros nos ata el propio ego atrapado en estructuras y apariencias.  
Cualquier voz sobre caminos nuevos y buenos podría sonarnos a cuento de hadas, caería en vacío o, como decimos popularmente sería “predicar en el desierto”. Sin embargo, tal vez  vale la pena intentarlo.
Como nos dijeron de antiguo los profetas: “Una voz grita en el desierto”. “Preparad el camino al Señor. Allanad sus senderos. Elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale”
Porque otro camino es posible. Escondida en cada mini-historia condicionada, late  otra historia que está aun por descubrir y que va entretejida de amor incondicional, compasión, generosidad, consciencia. Toca irla percibiendo y dejarla salir  para hacer comunidad, o como decía el zorro del Principito, para crear lazos.
Así nos lo  desea Pablo en su carta de hoy: “Que vuestra comunidad de amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores” (Fil 1, 8-11)
Nuestro deseo para hoy: Que haya cada vez más personas que se animen a adentrarse en el desierto de nuestras ciudades, para contar nuevas historias de esperanza.  


sábado, 1 de diciembre de 2012

Sobre crisis y Adviento


“Habrá signos en el sol, la luna y las estrellas y en la tierra angustia de las gentes…Los hombres quedarán sin aliento ante lo que se le viene encima al mundo….Estad siempre despiertos pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir” (Lc21, 25-28)

Han corrido océanos de tinta que intentan explicar el estado actual de las cosas: La globalización. La posibilidad tecnológica de mover el capital con un simple clic, cambiando la vida de muchos con el movimiento de un dedo.  La ambición de los que tienen en sus manos el poder económico y por tanto secuestran el político. Las ventas de “producto” más que dudoso por parte de la banca. La caída de aquellos que se fiaron de los que por cumplir objetivos les “vendieron” un crédito “ampliado” para vivienda coche y muebles. Los chanchullos de los políticos que gastan sin medida en dietas y transporte mientras predican austeridad. El cambio de lenguaje y de filosofía sobre el trabajo que se ha convertido en esclavitud para cumplir   objetivos en beneficio  de  los accionistas. La creciente joroba de los que soportan los pesados fardos de los impuestos en sus cada vez más reducidos salarios. La democracia dictatorial (una expresión-oxímoron) en la que nos vamos metiendo. La sanidad pública privatizándose, la justicia que  pagarán las víctimas que necesiten defensa. La pérdida de confianza en los políticos que aprietan el cinturón de los otros pero no el suyo. La corrupción existente a todos los niveles. El continuo trasvase de dinero público a bolsillos privados. La  inyección del dinero “de todos” a cajas y bancos mal gestionados, mientras desaparecen una a una las subvenciones a ONGs. La petición de dinero a otros países con el consiguiente endeudamiento de por vida. Las familias que se quedan sin casa y siguen debiendo, mientras miles de pisos permanecen vacíos. Y así podríamos seguir… en la sospecha creciente de que los  genocidios pueden cometerse hoy sin armas. “Los hombres se quedarán sin aliento ante lo que se le viene encima al mundo”.

Tal vez estamos sin aliento. Unos indignados, otros quemados, unos sometidos y la mayoría viendo cada vez más lejano cualquier horizonte de esperanza. El caso es que como decía Bertold Bretch estas cosas llevan mucho tiempo sucediendo, eso sí, en otros países que nos quedan más lejos.

Unido a los desastres político –económicos, hay una escasa confianza en el que tenemos al lado y una pérdida importante de tejido social, (si exceptuamos el que se teje en el futbol) junto a una fuerte impotencia por parte del pueblo llano que intenta vivir lo más parecido a lo que vivía, pero sin conseguirlo y sin ver la salida.

Y hay también una filosofía de base que es, al menos, sospechosa, la del “pensamiento positivo” (que en el intento nos puede hacer perder el espíritu crítico) y la de vivir en cada momento “aquí y ahora” (que mal entendido nos puede llevar a olvidar que hay un futuro “mejor” que sólo podemos planificar juntos)

Visto lo visto ¿Cómo se puede recuperar la utopía?  

A pesar de todo el repertorio de signos negativos, o tal vez a través de ellos, estamos en un momento privilegiado para la esperanza, que tendrá que ir construyéndose a base de pequeñas esperanzas y pequeños gestos. La esperanza que da contemplar en silencio el panorama y caer en la cuenta.

 “ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS” nos dice el Evangelio de Lucas para esta primera semana de Adviento. Frente a la ambición desmedida, a la usura, a la corrupción, es urgente sacar de nuestro pozo interior aquellos valores que consideramos irrenunciables e ir a la caza de nuevos valores adecuados a nuestro presente. Ya aparecen  algunos “signos creativos” como los bancos de tiempo que funcionan en algunos lugares, donde se intercambian bienes y servicios sin dinero.

“ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS”  Aun tenemos libertad y poder para tomar opciones. Podemos tirar hacia arriba con nuestros egos buscando cada uno salvarse como pueda, para situarse en lo más alto que alcance; pero también permanece la otra opción, la de mirar hacia abajo y ponerse del lado de los que se quedan el la orilla del camino. Hay pequeños-grandes gestos  que a veces se nos olvidan, como la colaboración con entidades que ayudan a los que se van quedando “sin cobertura”; Cáritas tiene cada vez más usuarios, cada vez más bocas que alimentar. Se necesitan más “campañas del kilo” y más manos que otros años. ¿Qué tal llevar alimentos no perecederos a alguno de esos lugares? O dar un rato de tiempo en un servicio gratuito.

“ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS”  Es muy importante cultivar reflexión consciente que lleve nuestros pasos a acciones concretas. He seguido por internet algunas de las actuaciones de “stop desahucios” y otras plataformas ciudadanas que no han dejado de  trabajar  a favor de los miles de personas que la expropio-cracia ha dejado en los márgenes- Así que una de las cosas a hacer en este tiempo es tal vez buscarse alguna plataforma e ir pensando juntos para reconstruir de paso el tejido social, intentando pequeñas acciones que pueden ayudar a construir algo nuevo.

“ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS”  Caer en la cuenta de nuestro gran poder como “consumidores” .  Al final somos nosotros los que potenciamos unas u otras “marcas”. Así que puede ser muy bueno  plantearnos  dónde comprar y qué comprar. En qué banco poner nuestra nómina. En qué gasolinera repostar. Cambiar el hábito de consumo  y dirigirnos a los pequeños comercios, a los bancos menos sospechosos, a las empresas en las que no predomine la explotación. Utilizar más efectivo y menos visa. Pensar a quién le queremos dar nuestro dinero. Hoy en día, cualquier cosa que hacemos, aun sin saberlo, puede estar apoyando explotación e incluso guerras.

ESTAR SIEMPRE DESPIERTOS para alimentar esperanzas. Las verdaderas esperanzas, el auténtico sentido de la vida no está nunca en tener más. Lo sabemos. Es necesaria la denuncia, pero también el anuncio y la confianza. Hacen falta como nunca nuevos profetas, pero también nuevos poetas que nos señalen la ética y la estética que permanecen trigo en medio de la cizaña… Y para ello es importante de vez en cuando fomentar el silencio. Entrar en lo profundo y encontrarnos con lo mejor nuestro (de cada uno) para después poder ponerlo al servicio de la mesa común.

 

lunes, 25 de junio de 2012


LA CRISIS: ESA ENFERMEDAD MULTIORGÁNICA

Cuando estudiaba  medicina aprendí que había un momento en que la enfermedad hacía CRISIS. Crisis no era una mala palabra. Era simplemente la posibilidad de salida.

Es verdad que la resolución podía ser para bien o para mal. Podía significar curación…pero también podía acabar en la muerte.

A mí siempre me gustó ver  las crisis como un momento de pararse, mirar alrededor, respirar profundamente  y buscar salidas. Salidas que en la medida de lo posible llevasen a la vida, a una vida mejor para todos.

No era difícil de ver que el mundo, esa casa común en la que todos habitamos,  estaba gravemente enfermo.  De una  patología  que  no tenía un solo nombre. Una enfermedad multiorgánica que iba minando lo que nos creímos que era un Estado de permanente bienestar.

Pero el virus de la avaricia se extendió con más morbilidad y mayor mortalidad que la gripe A, ocasionando una matanza sin sangre. Verdaderos holocaustos  sin armas, en los que existe el agravante de que nadie se siente culpable ni responsable. Pero no por eso dejan de ser matanzas.

Lo más grave es que mucha, muchísima gente se va quedando en el camino sin que al parecer nadie tenga culpa.

Ni aquellos que en sus negocios explotaron a adultos y niños (“mire usté”, es que si yo no les doy trabajo, se morirían de hambre)

Ni aquellos que se llevaron su negocio a otros países para hacerlo más rentable (yo voy  harta de que en telefónica me conteste un empleado que está tan lejos que casi nunca sabe resolver lo que le pregunto)

Ni aquellos que sólo se dedicaron a cumplir los objetivos que marcaba su empresa, hipotecando al primero que caía en su margen de acción, pudiera o no pudiera pagar. (“miré usté” que yo no le puse una pistola para obligarlo, si aceptó fue porque quiso. Aquí no vale el recurso a la ignorancia)

Ni los que se llenaron el bolsillo con el boom inmobiliario (“mire usté” que lo único que hicimos fue ayudar a que la gente tuviera la posibilidad de vivir bien)

Ni los que se inventaron la letra pequeña de los contratos, esa en la que suele estar la trampa de cualquier buena oferta (“mire usté”, si no lo leyó no es mi problema).

Ni los que se inventaron  inversiones  en fondos inexistentes y vendieron  acciones que no valían nada (“mire usté”, si todo se vende por qué no el dinero)

Ni aquellos que se llevaron sus haberes  a paraísos fiscales para no tener que aportar nada a la bolsa común

Ni los que se jugaron  el capital público en inversiones que sólo les beneficiaban a ellos.

Ni los que dieron la orden de construir macroestructuras que nunca fueron usadas.

Nadie tuvo la culpa del despilfarro que ocasionó la matanza

Nadie tuvo la culpa del holocausto simplemente porque la complejidad de las transacciones es tal que parece difícil que caigan cabezas (“mire usté” las cabezas que tendrían que caer, van de la mano de aquellos que tendrían la obligación de cortarlas)

La enfermedad multiorgánica iniciada hace muchos años (tantos como el bienestar) hizo crisis hace ya rato.

Tocaba pararse, mirar alrededor y respirar. Tocaba subsanar errores e iniciar nuevos caminos. Tocaba amputar, pero las amputaciones son dolorosas sobre todo si lo que hay que  cortar, porque está podrido, es un órgano propio (“mire usté!”  ¿Cómo me voy a amputar a mi mismo si soy el que dirijo el cotarro y” pa eso m´án votao”)

Tocaba pararse a mirar  para no tropezar en las mismas piedras. Pero parece que las medidas a tomar van en la misma dirección que los errores. El rescate para salvarnos del virus de las deudas (en gran parte financieras o privadas) es otra hipoteca. Pero esta vez ¡agárrense! Porque esta vez hipotecamos España.